Es la flor nacional de Méjico, y no me extraña. Con una gran variedad de colores, formas y portes, es una de mis favoritas en el jardín.
Me regalan sus flores durante un largo periodo de tiempo y cada año dan más flores en cada arbusto, son poco exigentes y muy resistentes, sólo hay que tener cuidado con el viento, que rompe sus carnosas ramas. Cuando esto ocurre, aprovecho las flores para llenar jarrones y centros de mesa, ya que de otra forma, a pesar de ser muy adecuada como flor cortada, me da pena quitarlas del arbusto. Apenas les ofrezco cuidados, pero lucen fantásticas, con brillantes colores hasta bien avanzado el otoño.
No debería haber un jardín sin dalias.
Cada año los arbustos se hacen más frondosos y florecen más profusamente, eso compensa el vacío del invierno.
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